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  • Foto del escritorFríos Amaneceres de Escarcha

NO AL LAZO ROSA

Actualizado: 4 feb 2021

Cada 19 de octubre se inundan las redes sociales de innumerables “lacitos rositas” en "apoyo" a la lucha contra el cáncer de mama. Quién no ha publicado este símbolo alguna vez pensando que hace algo bueno por “la causa”.

Es un pensamiento bien intencionado, pero simplista, orquestado por ciertas empresas, que utilizan a la gente y al cáncer para sus intereses económicos.


La historia del lazo rosa es un ejemplo de la perversión que se hizo desde sus orígenes.

El primer lazo lo creó Charlotte Haley y era de color melocotón. Quería dar visibilidad a esta enfermedad que padecieron muchas mujeres de su familia, realizando una cruzada para presionar y pedir un aumento de presupuesto del gobierno de los EEUU para la investigación del Instituto nacional del cáncer.

Lazo para la concienciación sobre el cáncer de mama. Únete a este movimiento popular, ayúdanos a despertar a nuestros legisladores y a Estados Unidos luciendo este lazo


Esta pequeña campaña tuvo una gran repercusión, por lo que la editora de la revista Self, Alexandra Penney, y la vicepresidenta de la compañía cosmética Estée Lauder, Evelyn Lauder, se percataron del potencial que podrían tener estos lazos salmón en sus negocios, y contactaron con Charlotte para utilizarlos. Ésta se negó rotundamente alegando que, en vez de pretender salvar vidas de mujeres, su finalidad era incrementar las ventas de sus productos, desvirtuando el objetivo del lazo salmón. Por lo que estas empresarias optaron por cambiar el color del lazo para no tener problemas legales, y asunto resuelto. Realizaron estudios de mercado para que mujeres eligieran el color más reconfortante, menos agresivo y que les inspirase más tranquilidad, justo todo lo contrario de lo que es un cáncer; y de ahí salió el archifamoso lazo ROSA, símbolo de la falsa solidaridad o solidaridad mal entendida. Una manera de suavizar y dulcificar lo que no es una enfermedad suave, convirtiendo el cáncer en algo simpático y agradable en lugar de mostrar una enfermedad grave que puede tener consecuencias letales.


Este es el problema del lazo rosa en la actualidad. En muchas de estas campañas se destina mucho menos dinero a dicha causa que al marketing y a la publicidad invertida en ella, lavando la imagen de la empresa, ganando más dinero con el aumento de las ventas y aprovechándose de los descuentos fiscales por “obra social”. Su principal intención es comercial, y lo que se busca es captar la sensibilidad que provoca este tema en la sociedad. Así no nos cuestionamos el dinero que se destina por lo que compramos, ni a qué tipo de investigación va. Es un acto consumista simplista, fruto de la ideología capitalista: cualquier problema complejo se soluciona con dinero; comprando algo, ayudo y me siento mejor. Es una desinformación intencionada.

A su vez, estas iniciativas “rosas” propugnan mensajes aparentemente inocentes con una filosofía infantil y naif de Mr Wonderful : “Sonríe a la vida, y la vida te devolverá sonrisas”

Esto tiene implicaciones crueles y nocivas para las personas con cáncer y/o sus familiares, porque parece que no pueden tener días malos, y si no les apetece sonreír, ¿entonces la vida les va a ir peor? ¿Se deben sentir culpables por ello? Y quien sufre un cáncer metastásico o muy agresivo, crees que se siente identificado con la algarabía de las carreras multitudinarias contra el cáncer, con sus regalos publicitarios, llamativos colores, y pancartas con mensajes optimistas de luchas con final feliz, como si de un cuento de princesas se tratara... Y qué pasa con los finales infelices, ¿no han luchado lo suficiente? Se muestra una imagen sesgada e injusta de la enfermedad, fiel reflejo de esta sociedad que oculta el dolor y la muerte, como si no nombrándolos, no existen, pero vaya si existen, que nos lo digan a los damnificados por esta lacra.


También habría que cuestionarse cuánto tiempo y dinero se ha invertido en esta enfermedad sin conseguir los resultados esperados. Algo no funciona. Dicho dinero reporta pingues beneficios a las farmacéuticas y a las empresas patrocinadoras, pero apenas se notan beneficios en las personas.


Conclusión: la única solución, por más que haya gente que intente culpar a los hábitos y a la actitud del paciente, está en la ciencia. Por lo que es importante saber dónde se destina cada céntimo dirigido a las investigaciones privadas, y hay que exigir un pacto entre todos los partidos políticos para elevar la inversión pública del producto interior bruto (PIB) en ciencia, tanto a nivel nacional como mundial, (siguiendo el espíritu de Charlotte Haley), al igual que debería existir una coordinación global para no solaparse distintos estudios, que se complementen y se enriquezcan, abarcando todos los ámbitos posibles para lograr desenmarañar esta compleja y pandémica enfermedad.


Si en menos de un año han salido varias vacunas eficaces contra el COVID 19, por qué aun no hay un tratamiento definitivo para el cáncer, con la cantidad de años e incluso siglos investigándolo. Esta falta de coordinación y de escrúpulos se traduce en pérdida de dinero, de tiempo y, sobre todo, de vidas.


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