top of page
  • Foto del escritorFríos Amaneceres de Escarcha

Consejos para elaborar un buen proceso de duelo

Actualizado: 20 sept 2020

Lo primero que tenemos que saber qué es el duelo: Es la respuesta natural expresada en forma de tristeza y anhelo por la muerte de un ser querido a través de un proceso de adaptación emocional hacia una nueva normalidad. Hay varios tipos de duelos dependiendo de las circunstancias de la muerte:


1. Postmuerte, hace referencia a aquellas manifestaciones tras cualquier pérdida, suele ser inesperado y por ello muy impactante inicialmente.


2. Ambiguo, desaparición de la persona, se le da por muerto pero se desconoce dónde está, por ejemplo las guerras, o sucesos turbios y cruentos. Es el más complicado y difícil de superar, porque es inconcluso. “Dicen que el dolor por la pérdida de un hijo es el más grande que se puede sentir. Pero pienso que peor que la muerte debe de ser que un hijo desaparezca y no saber jamás qué le pasó, vivir con la duda, la incertidumbre, esperando”, manifiesta Isabel Allende, que perdió a una hija por una grave enfermedad y a muchos amigos con el golpe militar de Chile, que aun no sabe dónde yacen.


3. Duelo colectivo, proceso que implica muchas muertes y muchos damnificados padeciendo al mismo tiempo, compartiendo la misma experiencia, aunque cada uno la sobrelleve a su manera. Puede ser fruto de una catástrofe natural, una pandemia, un atentado…Nacen sentimientos de solidaridad y bondad que nos hacen salir de nuestro luto, para ser un luto compartido, y nos damos cuenta que no somos los únicos que sufrimos la muerte de un ser querido, sintiendo empatía por el otro, comprendiendo su sufrimiento, soportando la pérdida con más fuerza porque otras personas también han pasado por ello, generando un apoyo común que te da más capacidad de salir adelante a pesar de la adversidad.


4. El duelo anticipado, aquel que se va fraguando antes de morir porque sientes peligrar la vida de tu ser querido en un tiempo prolongado. Es el más habitual en los familiares con enfermos de cáncer. Cuándo lo diagnostican es un acercamiento inicial a la muerte, cuando se da cualquier bache, recaída, malas noticias, es otro contacto con ella, la decrepitud gradual y el empeoramiento del enfermo es otra forma de ir asumiéndolo. La espada de Damocles sobrevuela constantemente, como los presos en el corredor de la muerte. Los hombres somos finitos y limitados; tanto el sufrimiento como el enamoramiento tienen un periodo de intensidad inicial muy elevado, pero no hay cuerpo que soporte tanta exaltación continuadamente, va desgastándose y desgastándote, por lo que la tensión vivida ante cada prueba, tratamiento, consulta... hace mella; te va consumiendo la incertidumbre y cada bajada de listón. Empiezas con el deseo de que se cure, al comprobar que no, se intenta cronificar la enfermedad, pero cuando no se logra y avanza incontroladamente, solo quieres que en sus últimos días sufra lo menos posible.

Estas etapas te van preparando para el triste desenlace, por lo que cuando llega el temido momento, estás tan agotado, tan mentalizado y te duele tanto ver su deterioro gradual que, en mi caso, lo acepté tranquila, porque ya mi madre descansaba en paz.

Mi primera enseñanza nada más quedarme huérfana fue una cura de humildad y de desprendimiento. Nos creemos controlar las cosas y pensamos que con esfuerzo podemos conseguir todo, pero en el caso de mi madre no funcionó, y este acontecimiento, y los que nos vendrán a medida que cumplamos años, servirán para aprender a perder, perder seres queridos, facultades, belleza, juventud, memoria, salud… Hasta que pierdes la vida “Que aquí estamos de presta'o, Que uno nace y luego muere, Y este cuento se ha acaba'o

Con la muerte del ser querido se cierra un ciclo, y para soportar mejor el dolor, es muy importante lo que se haya hecho junto a él, el tipo relación que teníais, si había correspondencia, si ha sido sincera, justa y de cariño, si eras conocedor de sus secretos, imperfecciones, miedos y sueños, como él de los tuyos, los buenos momentos compartidos... También es muy importante el haber estado a la altura en su enfermedad, si le has acompañado, animado, dado calidad de vida, cubriendo sus necesidades físicas/anímicas, ayudado a concluir esta etapa: Zanjar cosas pendientes, realizar deseos, hacer testamento, saldar deudas personales, respetar sus últimas voluntades, efectuar rituales religiosos si es creyente, apoyándole en todo para que el círculo se complete y se pueda ir tranquilo.


El final de una vida, viendo sufrir a la persona que quieres, que no mejora, que cada vez está peor y que él es consciente... es una de las cosas más terribles que te pueden pasar, incluso a veces tal vez desees su muerte para que termine su calvario, porque nadie se merece pasar por eso, y este pensamiento te pude hacer sentir fatal, pero es un sentimiento muy humano y toda una declaración de amor hacia la persona que está en una situación extrema y agónica, también es una preparación para aprender a vivir sin él. Suena duro, pero ante la impotencia de no poder hacer nada, la única salida posible es estar a su lado esperando a que llegue el día... Y el haber estado hasta el final con mi madre, me ha ayudado a pasar mejor el duelo. Porque uno de los más altos honores es cuidar de aquellos que alguna vez cuidaron de nosotros. Yo nací en sus brazos, y ella murió en los míos, viniendo de un mundo al que ahora ella regresa, agarradas de la mano siempre.

Después tenemos que cerrar nosotros este ciclo también. No se trata de olvidar al fallecido, ni de seguir viviendo del pasado, sino de revivirlo de otra manera, reconectando con él desde dentro, formando parte de ti, teniéndole presente, reafirmando su influencia en nosotros y rememorándole siempre que se tenga ocasión con el resto de personas que le quieren.


El duelo es un proceso con altibajos, no es lineal, y se tendrán días mejores y peores, dependiendo de cómo te encuentres, de fechas señaladas, de pensamientos positivos/negativos que te vengan a la cabeza, de tu estado anímico. Se puede convertir en patológico cuando no te deja continuar con más o menos normalidad, estancándote y no avanzando hacia una resolución; ahí hay que recurrir a un especialista para averiguar las causas, que pueden ser múltiples: Excesiva dependencia con el difunto, sentimiento de culpa, personalidad vulnerable, anteriores duelos no resueltos…


Hay dos formas de afrontarlo, dejar que te destruya y te haga pedazos, o transformarlo en un impulso regenerador. Incluso cuando creas que no puedes más, hay que ser testarudo y echarle coraje, levantarnos por ellos, enteros o rotos, pero mirando hacia adelante, porque la pérdida de un ser querido por cáncer no es nuestra culpa, pero nuestra sanación es nuestra responsabilidad, lo inevitable solo te obliga a reponerte. Como le dijo su madre a Isabel Allende después de fallecer su hija Paula: “Esto es un túnel largo y oscuro, hay que caminarlo paso a paso, día a día, lágrima a lágrima, sola. Ese es el camino que vas a recorrer. Y te aseguro que al final hay luz’”




Este dibujo de@lavidadenicol ilustra lo que intento hacer yo por y con mi madre para ayudarme a sentirla conmigo desde el amor, en vez de el sufrimiento, y para que no la olvide, que es un miedo inicial muy común, pero luego compruebas que no es real. Puede que no recuerdes algún detalle, pero su esencia permanecerá en ti imborrable.


Para elaborar un buen proceso del duelo hay que hacer un gran esfuerzo personal, en mi caso he ideado una serie de estrategias que me ayudan a digerir el dolor, transformándolo en algo enriquecedor y así poder salir fortalecida:


1. Preservar su legado digital: fotos, WhatsApp, audios, videos, hacer conmemorativas su redes sociales, escribirle en ellas realizando homenajes, compartiendo recuerdos, citas, poemas, felicitando sus cumpleaños... Según me surge y me pide el cuerpo.


2. Guardar en una caja objetos suyos que me evocan a ella: fotos, gorro con su olor que no quiero que desaparezca, sus gafas, su DNI, su perfume, sus zapatillas, su móvil, los caramelos sin azúcar que siempre llevaba, pañuelos, notas de su puño y letra…


3. Escribir cómo es ella intentando plasmar su forma de ser, anécdotas, frases que utilizaba, curiosidades, recuerdos, gustos, deseos, testimonios de otras personas sobre ella, lo que ha hecho por mí, su influencia en mí, lo que ella querría que yo cambiases para intentarlo y ser mejor persona por ella.


4. Pasar a limpio un diario sobre el trascurso de la enfermedad, para comprender lo que ocurrió, ordenar las ideas, hacer imborrable el episodios más dramático de nuestras vidas, reafirmando lo extraordinaria que es mi madre, que, pese a la tragedia sufrida, también aprendió cosas hasta el final, como a recibir, porque ella solo sabía dar, y ha aprendido a afrontar la muerte con dignidad, elegancia y serenidad, mirándola cara a cara con una valentía pasmosa, y eso fue posible gracias a su manera de ser y de estar en el mundo. Dicen que hay dos momentos en la vida: Uno, cuando naces, y otro, cuando descubres para qué has nacido… El haberla acompañado hasta aquí y que le haya correspondido un poquito de tanto que me ha dado, hace que mi mundo cobre sentido. Me ha brotado un amor incondicional similar al de una madre, es lo más cerca que voy a estar de serlo, protegiéndola, atendiéndola, dándole confort, disfrutando de su bienestar instintivamente; uno de los mayores placeres era oírla decir repanchingada en el sofá: "Qué a gustazo estoy" Esta época es la más épica y transcendental, dejé de ser hija para emprender un viaje hacia la madurez y el diario me ayuda a aceptar lo ocurrido y a redimirme.


5. Dar las gracias a la gente que ha mostrado cariño a mi madre, y demostrárselo siempre que tengo oportunidad.


6. Aquellos que creí que hicieron algo mal, también decírselo. Por ejemplo, hubo un tardío pronóstico en la detección del cáncer de estómago de mi madre por parte del médico de cabecera, se lo he comentado a él directamente y he puesto una reclamación. Por desgracia mi madre ya no tiene solución, pero, al menos, que esto sirva para que otras personas no pasen por lo que ella pasó.


7. Mi madre era creyente e hizo una misa mensual a mi abuela cuando falleció, pues hemos hecho lo mismo para ella.


8. Su ropa y sus objetos algunos los hemos reutilizado, otros, donado, los que tiene un valor sentimental, guardado en "la caja de los recuerdos" y algunos los llevo de viaje, para que ella viaje conmigo.


9. Visito su tumba, la hablo (aunque no hace falta ir al cementerio para conversar juntas) le llevo flores, pero no me gustan arrancadas, prefiero plantadas, con vida, y las riego siempre que voy; intento crear un rincón bonito en esos escasos metros donde yace el cuerpo de mi madre, y donde están enterradas mis raíces, aunque llegará un día que haya más del cuerpo de mi madre en mí que ahí “Cuando estemos muertos, no busques nuestra tumba en la tierra, pues has de encontrarla en el corazón de los hombres Yalal ad-Din Muhammad Rumi.


10. Charlo con ella a diario, me acuerdo, la rememoro, está integrada en mi día a día, siento su amor y siento su recuerdo, que ya no es tan doloroso y es cada vez más hermoso y lleno de cariño, dándome la fuerza necesaria para ser la persona que quiero llegar a ser. Me conocía tan bien que sabía mis defectos y manías, y cuando caigo en ellos, me la imagino echándome la bronca. Ha sido una lección de vida, porque aun sufriendo, luchando y derrotada, ha sabido estar hasta el final con sensibilidad, compasión, humildad, comprensión y un profundo amor por la vida y por su gente. Y aun me sorprende enseñándome cosas nuevas.


11. Tener un seguimiento con una psicóloga de la asociación del cáncer. Te desahogas, te da consejos, le preguntas inquietudes o reacciones inesperadas: por ejemplo, yo no entendía por qué cuando me dejó un ex novio hace muchos años lo pasé fatal, estaba como un alma en pena, y ese chico ahora no significa nada para mí; en cambio con mi madre, la persona más importante de mi vida, su muerte no me provocaba esa aflicción tan intensa. Me ha explicado que es porque han cambiado las circunstancias y he cambiado yo. Era muy joven cuando me pasó lo de mi ex, habré madurado o aprendido algo desde entonces, y, las situaciones son totalmente diferentes, en el caso de la enfermedad de mi madre, llevamos mucho dolor a cuestas durante mucho tiempo e hicimos todo lo que pudimos para que se salvase, con las botas puestas hasta el final. Otra reacción mía que me chocó fue cuando falleció mi madre, la tranquilidad con que lo afronté, estábamos las dos solas, y me despedí de ella sosegada, con emoción contenida y sin hacer ningún drama. A lo que me respondió la psicóloga que es porque se mitifican las muertes, que uno espera una cosa, y la realidad es otra. Hay que ser natural, lo más importante es que no hay que forzar nada y hay que dejar fluir las emociones según surjan siendo honestos con nosotros mismos para serlo con ellos.


12. Informarme sobre qué es el duelo: Ver documentales, películas, leer libros y artículos para comprenderlo y encararlo mejor.


13. Crear un blog donde plasmar mis vivencias, lo que he “aprendido” para que conste en algún sitio público por si alguien lo lee y le puede ayudar, esto me reconforta.


Ahora que creo que la tormenta ha terminado, siento un agradecimiento infinito por tener a esta madre y por todo lo que me ha dado, porque lo bueno que atesoro se lo debo a ella y quiero hacerlo público por si me sobreviene una demencia o desaparezco, para luchar contra el olvido y que se sepa lo importante que es ser una persona buena, me llevo ese legado y espero honrarlo; y lo importante que es valorar los momentos antes de que se conviertan en recuerdos. Porque al final me quedo con lo vivido, amado, compartido, reído, bailado y disfrutado contigo, mama. Como dice El Principito: “Fue el tiempo que pasaste con la rosa lo que la hizo tan importante” La mejor herencia que me has dado es el tiempo que hemos estado juntas y su memoria hacen que permanezcas siempre viva en mí, teniendo presente de donde vengo, y sabiendo a donde voy, siendo un ejemplo de vida y de muerte, y manteniendo la esperanza de que algún día nos volvamos a encontrar.

Morir es trasladarse a una casa más bella, se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda” Las experiencias científicas de la doctora Kübler-Ross

Feliz viaje, madre mía. Nos encontraremos en el jardín de la memoria, en el palacio de los sueños, para abrazarnos al final de mi vida.

Te quiero desde siempre y para siempre


628 visualizaciones2 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
Publicar: Blog2_Post
bottom of page